La Casa del Club se estableció en una parte del domicilio de la abuelita de los entusiastas hermanos Orozco, en Vallarta
1325. Se estableció el tema que aglutinó las voluntades de los tapatíos como "Fraternidad, Unión y Deporte".
Don Sabino Orozco, tío de Gregorio y Rafael, facilitó un nuevo terreno en la zona que hoy comprenden las colonias Francesa y Americana. Este terreno llegaría a ser conocido como Las Bases Chicas y fue sede de grandes partidos. En 1913, el
Guadalajara también había jugado en un campo de la Cervecería La Perla. Posteriormente, los rojiblancos peleaban algunos campos en lodazales como el Algodonal o Agua Azul. El campo definitivo del Club se acondicionó en terrenos
que pertenecín a L. Gas y Cía.
Se recuerda especialmente como jugadores y directivos de la época a "Cabeca" Villalvazo, Everardo Espinoza y su hermano
José "El Tata". Ellos participaron, con Angel Bolumar, en el diseño del escudo del club, aún vigente, que privilegia los colores y el escudo de armas de la ciudad, otorgado en la época colonial.
El juego más preciocista de los señoritos del Atlas, basado en rápidas triangulaciones,
habilidad para eludir las cargas y pegándole al balón con el empeine para darle
efecto; quedó de manifiesto en el primer partido que disputaron contra el
Guadalajara. Los atlistas pasearon por el campo a los rojiblancos, que
desconcertados no pudieron oponer resistencia. El resultado fue un estrepitoso
18 a 0. Así nació el Clásico Tapatío.
Los torneos locales se sucedían y el
Guadalajara se tornaba en un cuadro importante, temible para los equipos
escolares y de clubes, con enfrentamientos y rivalidades con escuadras de la
época como Alianza, Victoria, Atlas, Marte, Morelos, Latino, Oro, Colón, o el
nuevo Unión. Los hermanos Prieto marcaron esta época con sus hazañas
fubolísticas y su idiosincracia. Gerónimo fue un buen jugador y, cuando no pudo
seguir jugando, formó el Colegio de Arbitros; Tacho fue un buen mediocampista,
con excelente tiro de media distancia y Fausto, el portero que debutó a los 14
años y que llegó a ser invitado a incorporarse al famoso Necaxa de los "Once
hermanos".
A mediados de 1921, el gobierno del general Alvaro Obregón se dispuso a festejar el Centenario
de la consumación de la Independencia. Uno de los organizadores era el escritor
e inquieto periodista Martín Luis Guzmán, quien tuvo la idea de incluir en el
programa de las fiestas un torneo de balompié en el que participaran equipos de
todo el país.
Se trataba de realizar el primer Campeonato Nacional de
Foot-Ball, que tendría como sede la ciudad de México. Para organizarlo se valió
de los contactos de dos cronistas deportivos, Adolfo Frías Beltrán y Antonio
Urías, mejor conocidos en el ambiente periodístico como "Mr. Kick" y "Kanta
Klaro", respectivamente.
Ambos viajaron a la capital tapatía para asegurar la participación del Atlas y del Guadalajara, los dos mejores clubes de
aquellas tierras; después a Veracruz, donde lograron comprometer al ADO de
Orizaba, al Iberia de Córdoba, y del puerto jarocho a un extraño combinado
formado por jugadores de dos cuadros que eran acérrimos rivales: los azules del
Club España y los rojos del Sporting. La representación foránea, completada con
el legendario Pachuca, enfrentaría a los más destacados cuadros capitalinos:
España, Asturias, América, México, L'Amicale Francaise y Germania.
Entre los aficionados capitalinos despertó gran expectación la oportunidad de ver reunidos
a equipos de todas las ciudades que conformaban el mapa futbolístico del país.
El torneo se jugó a eliminatoria directa y disputaron la final el Club Asturias
y el Club España, rivales por tradición, terminando campeón el Real Club España.
El Guadalajara fue eliminado en la primera ronda por el Amicale y el Atlas
después de vencer al Luz y Fuerza (Necaxa) y al Veracruz, fue eliminado por el
España en la tercer ronda.
En la década de los veinte, el futbol invadió por completo la Perla de Occidente. El
Club Guadalajara se puso al frente con un equipo en el que sobresalían los
hermanos Prieto, "Chompas" Huerta,
"Chato" Aceves e Higinio Huerta, entre otros. Con ellos el club ya no dependía únicamente de la
garra y el coraje que lo habían caracterizado: ahora tenían un buen juego de
conjunto y una destreza técnica adquiridos gracias a las enseñanzas de José
"Tata" Espinoza.
Pero no es sólo la época de los rojiblancos, sino también de los cuadros de extracción
netamente popular, como el Standard y el Colón, cuyo origen se remonta a los
años de la guerra revolucionaria. Del Standard nació el Nacional, que en 1922
fue admitido en el torneo de Primera Fuerza luego de haber goleado al
Guadalajara, entonces campeón de esa categoría. De camiseta verdiblanca, los
nacionalistas tenían debilidad por el juego de primera intención y siempre
intentaban las más difíciles combinaciones.
Entre aquellos verdaderos malabaristas estaban "La Venada" Alatorre, Lorenzo "La Yegua" Camarena, "Titlas" Valencia y
"El Moco" Hilario, quienes años más tarde irían a buscar suerte en los equipos
de la capital. En 1925 un grupo de joyeros del barrio de Oblatos logró que el
futbol brillara cuando le dieron forma al Club Deportivo Oro. Para entonces la
liga tapatía estaba llena de talento, pues competían Guadalajara, Nacional,
Atlas, Latino, Colón, Oriente y Marte. Al Oro le llevó algunas temporadas
colocarse al nivel de sus oponentes, pero mientras tanto -- con gran sentido
visionario -- empezó la construcción del parque de Oblatos, que pronto habría de
convertirse en el corazón del balompié tapatío, hasta la edificación del Estadio
Jalisco, en 1960.
En 1922 terminó el reinado atlista e inició el del Guadalajara. En ese momento el
presidente del cuadro rojiblanco era José "Tata" Espinoza. También llegaron al
Guadalajara para ser ídolos Ignacio el "Calavera" Avila, de Jerez, Zacatecas y
el "Poeta" local, Tomás Lozano.
El orgullo de los tapatíos por su futbol les permitió formar una Selección Jalisco, que como caravana artística recorría
la República dando exhibiciones de sus habilidades con el balón. A la ciudad de
México viajaron en 1926, 1928 y 1930. Pero su presunción les salió cara, porque
varios clubes capitalinos, escasos de talento, se quedaron con las máximas
figuras de su elenco. El general Aguirre convenció a casi la mitad de los
jugadores de la Selección Jalisco de mudarse a la capital para jugar con el
Marte.
Gracias a "La Venada" Alatorre, Ignacio "El Calavera" Avila, Tomás "El Poeta" Lozano, Lorenzo "La Yegua" Camarena, "El
Patarato" Hernández y "El Moco" Hilario López, la influencia del estilo tapatío
en el futbol de la ciudad de México se hace más evidente.
En la temporada de 1929 el Marte sólo sufrió una derrota y se llevó el título de
campeón. Después los jugadores tapatíos decidieron aceptar una oferta que les
hizo el Necaxa para incorporarse a sus filas.
De ahí en adelante el Marte fue en picada y el Necaxa comenzó a sentar las bases del cuadro que lo haría famoso en los años
treinta. En aquel conjunto reinaba la camaradería. Por esta razón, y por la
manera en que los jugadores se entendían dentro de la cancha, se les llamó "Los
once hermanos": "Pipiolo" Estrada; Camarena y Azpiri; "El Perro" Ortega, "El
Calavera" Avila y Marcial Ortíz; Vicente "El Chamaco" García, Tomás "El Poeta"
Lozano, Hilario "El Moco" López, el peruano Lórez y Luis "Pichojos" Pérez.
En 1935, la oncena hizo las veces de selección mexicana durante los Centroamericanos celebrados en El Salvador; el
equipo salió triunfante en todos los encuentros, lo que le valió al futbol de
México su primer título internacional. Al término de este torneo, el Necaxa
recibió con toda justicia el nombre de "Campeonísimo": en un solo año había
conquistado el título de Liga, la Copa México y el campeonato Centroamericano.
Algo debía pasar en Guadalajara que explicara la proliferación de futbolistas tan talentosos, comentaba un
periodista capitalino allá por 1930. Su toque, educado y con ritmo más pausado
tenía sabor a provincia. Los equipos de la ciudad de México descubrieron una
cantera casi inagotable en los campos de la capital jalisciense. A Ignacio "El
Calavera" Avila, la prensa de la ciudad de México acabó procramándolo el mejor
medio centro nacional, y debido al "misticismo" con que tocaba el balón un
extasiado cronista lo llamó "El Sacerdote del Futbol".
Otra de esas figuras fue Luis "Pichojos" Pérez, gran bailarín de tango y endiablado extremo izquierdo que corría pegado a
la línea, centraba como ninguno y disparaba a gol con fuerza y precisión raras
para su época. Jugadores del Guadalajara, como Fausto Prieto, también sufrieron
el asedio de los cazadores de talento capitalinos. Fausto Prieto fue uno de los
jugadores más versátiles en la historia del balompié nacional: en 1933, la
afición lo eligió como el mejor portero de Jalisco y siete años después, en
1940, fue considerado el mejor delantero de la temporada.
Regresar a La Epoca Amateur II
El Guadalajara ganó 13 títulos en la época amateur, desarrollando individualidades que se acentuarían con el tiempo. Se
habla de que el final de la época amateur es la de producción de mejores
futbolistas en el estado de Jalisco. Incluso se menciona que los primeros juegos
internacionales de un equipo mexicano fueron del Guadalajara, ante el Amicale de
Francia y el Colo-Colo chileno.
En 1933, una combinación de jugadores del Nacional y Guadalajara recibió al Audax de Chile, que se ostentaba como campeón
sudamericano. El resultado fue 2-2 y, a falta de desempate, la copa en disputa
se partió a la mitad. Los representantes del Guadalajara en el partido fueron:
Piz Salcido, "Poeta" Lozano, "Pato" Ortega y el capitán Fausto Quirarte.
Hacía 1933 había dos ligas importantes en el país: La Liga Mayor en el DF y la Liga
Jalisco, afiliada a la Federación Jalisciense de Aficionados y en la que
participaban nueve equipos. Estos se agrupaban a su vez en dos categorías: en la
"A" competían Atlas, Guadalajara, Latino, Nacional y Marte, mientras que en la
"B" jugaban Oro, Colón, Oriente e Imperio.
En 1934 se promovieron los llamados Campeonatos Nacionales, con la participación de selecciones de provincia, y que
sirvieron para mostrar los avances futbolísticos en lugares con menores recursos
que la capital. El auge futbolero en la provincia fomentó la creación de las
Federaciones Estatales, que se multiplicaron aun en estados sin gran tradición,
como Sonora, Nayarit, Yucatán y Sinaloa. En 1937, un conjunto de provincia probó
suerte por primera vez en el ámbito internacional: la Selección Jalisco organizó
una gira a Colombia, donde jugó una serie de partidos contra equipos de
Argentina, Panamá, Colombia, Ecuador, Cuba, Venezuela y Perú.
La importancia creciente del futbol de Jalisco motivó que la Liga Mayor del DF invitara a la federación tapatía a
participar dentro del torneo que tradicionalmente se realizaba con equipos
locales, y al que también se sumó el Moctezuma de Orizaba. El primer partido de
la Selección Jalisco dentro de la Liga Mayor se llevó a cabo el 11 de agosto de
1940; y en 1941, era la máxima atracción de taquilla del futbol nacional.
Jugadores como Villavicencio, "El Pelón" Gutiérrez, "Pirracas" Castellanos,
Rodrigo Ruiz, "Tilo" García, "Pablotas" González, Max Prieto, Luis Reyes y "El
Cosas" López eran ídolos entre la afición capitalina. Pero en 1942 el conjunto
cedió su sitio en el torneo a dos equipos de gran tradición: el Guadalajara y el
Atlas.
La favorable reacción del público ante la
presencia del futbol jalisciense llevó a la liga a una apertura entusiasta. Así,
ingresaron al torneo, además de los equipos mencionados, el ADO, el Veracruz, el
León y el San Sebastián (ambos de Guanajuato), el Puebla, el Monterrey, el
Tampico y otro equipo de Jalisco: el Oro. La Liga Mayor llegó a contar a
mediados de los años cuarenta con 16 conjuntos, cinco de la capital y 11
foráneos. El futbol mexicano cobró un carácter verdaderamente nacional.
Regresar a La Epoca Amateur III